Cuando volvió estaba todo agitado. La gente ya se había ido de la Iglesia y estábamos completamente solos.
Él cerró detrás de sí la puerta de la sacristía. Hizo un ademán raro. Yo creí que iba a echar llave pero se dio vuelta de golpe y sin mediar cortesía alguna me dijo:
-Nena, ¿qué buscás? Decime la verdad. Yo no creo que a vos te muevan impulsos cristianos.
-Padre, no le entiendo -dije con la voz temblorosa al borde del sollozo.
-Disculpá. No quise ofenderte. Es que no sabés, ¡pasa cada cosa acá!
-Sigo sin entenderlo.
-Olvidate. ¿Tenés ganas de trabajar en la parroquia, no? Bueno...vos sos joven...¿Vas a la universidad?
-Sí, estudio medicina, padre.
-Me parece que el mejor lugar para vos, entonces, es el Opus Dei. Ellos se reunen todos los miércoles a las 20 hs. ¿Podés venir a esa hora?
-Sí, claro.
Se lo veía cansado. Como si la charla le hubiese costado una gran cantidad de energía física. Se sentó y se recostó hacia atrás.
Me acerqué despacio y me arrodillé a su lado. Él miraba sorprendido pero no se movía.
Recosté mi cabeza en su falda y le pedí que me dé la bendición.
Él acariciaba mi cabello con ternura sin mediar palabra. Le temblaban las manos.
Ay!...¿cómo seguir?
Cuando les cuente lo que siguió entenderán porqué tuve que hacer lo que hice.
Ohhh, bueno, esperaré, total con esto ya tengo para pensarlo por varios días.
ResponderEliminarSaludos.
Noooo, si ya nos damos cuenta!
ResponderEliminarY despues me dice que soy vuelteraaaaaa
Mariela: Siga con sus especulaciones que yo seguiré con las mías.
ResponderEliminarUn abrazo
Anavril: Bueno, che, un poquito de paciencia. Ya llegaremos al meollo de la cuestión. Un abrazo
Se ve que al principio no le tenía mucha estima el curita, ¡la mandó al opus!
ResponderEliminarPero se va aflojando la cosa.
Beso
Oso: Despacito, despacito, como bailando con la abuela.
ResponderEliminarUn abrazo