viernes, 27 de mayo de 2011

Un Romeo desaliñado

Con esa idea en la cabeza, me quedé dormida. Habrán pasado un par de horas, ya era de noche cuando me desperté. Mejor dicho, cuando me despertó Javito.
Yo seguía afiebrada y débil, apenas logré abrir los ojos para ver cómo Javito entraba por la ventana, como de costumbre.
Cuando me vio así, tan postrada, me preguntó:
-¿Qué te pasa, viejita?
-Tengo mononucleosis...
-¡Ah! ¡Esa mierda! Yo estuve así la semana pasada, por eso me desaparecí un toque...No te preocupes, princesa, pasa solo.
He ahí el culpable. El menos pensado. Bueno, el menos nombrable.
Javito, fiel a su naturaleza, se quería meter en mi cama. Lo eché. No estaba de ánimo. En eso que estábamos discutiendo, aparece mi mamá y lo ve.
-¡¿Qué es ésto?!- preguntó exaltada- Voy a llamar a la policía.
-¿Qué cosa?- Le dije sin inmutarme mientras le hacía señas disimuladamente a Javito para que se vaya. Es que mi mamá era medio débil de mente o, al menos, eso le había hecho creer mi padre. Así que no fue nada difícil hacer uso de esa convicción como tantas veces lo vi hacerlo a mi progenitor.
-¡Ese hombre! ¡Ese hombre que se va por la ventana!
-Calmate, mamá. Estás gritando como una loca. Acá no hay ningún hombre. Estamos vos y yo solas. ¿Qué te está pasando? ¿No estarás alucinando otra vez?
-No, hija... -me dijo turbada- me pareció ver pasar una sombra...-y mientras se iba- Por favor, no le digas nada a tu padre.
-No, má, quedate tranquila.
Bien, eso fue fácil. Convencer a mi mamá acerca de lo que era real o imaginario, no costaba nada.
Pero, ¿qué había de Amadeo?
En ese momento creí que tenía todo bajo control. Ni sospechaba que justo Amadeo había visto cómo Javito entraba y salía de mi habitación por la ventana, trepándose por la enredadera muy a su gusto.
¿Qué explicación podría darle? El curita era un hueso duro de roer.

viernes, 20 de mayo de 2011

Un año después

Creerán que no hay un justificativo para un año de ausencia pero se equivocan.
En realidad, no salí tan impune de esta historia como digo al principio. Además, como hay intereses ajenos en que la verdad no salga a la luz, no basta con que yo pague mi condena sino que me quisieron silenciar.
Sin embargo, algo les salió mal. Y, si bien, pudieron callarme por un año, no podrán esconder la verdad eternamente.
Retomo el relato donde quedé. Es menester que cuente pormenorizadamente lo que aconteció para que puedan entender y entenderme.
Como habrán notado, la llamada "enfermedad del beso" era peor que una análisis de ADN, porque no había manera de hallar el responsable. Al menos, eso pensé en ese momento y lo expuse sin inquietarme a los presentes inquietos allegados.
-El otro día estuve tomando mate en la facultad...andá a saber quién me lo pegó...
Dije tranquila.
Parece que resultó porque inmediatamente se descontracturó la cara de todos.
Mateo, que es un cagón pedante, enseguida advirtió que por el momento sería mejor que no nos besásemos para no propagar el virus.
-Claro, corazón.-Le dije.
Mi mamá dictaminó -por suerte- que yo tenía que descansar y todos salieron de la habitación. ¡Al fin un poco de paz!
Las palabras del cura me traían más fiebre que la mononucleosis. Algo tenía que hacer...pero qué.
Hasta que me iluminé: le tenía que pedir una prueba de amor y no tenía que ser nada fácil. Sí eso era, una prueba de amor...