viernes, 20 de mayo de 2011

Un año después

Creerán que no hay un justificativo para un año de ausencia pero se equivocan.
En realidad, no salí tan impune de esta historia como digo al principio. Además, como hay intereses ajenos en que la verdad no salga a la luz, no basta con que yo pague mi condena sino que me quisieron silenciar.
Sin embargo, algo les salió mal. Y, si bien, pudieron callarme por un año, no podrán esconder la verdad eternamente.
Retomo el relato donde quedé. Es menester que cuente pormenorizadamente lo que aconteció para que puedan entender y entenderme.
Como habrán notado, la llamada "enfermedad del beso" era peor que una análisis de ADN, porque no había manera de hallar el responsable. Al menos, eso pensé en ese momento y lo expuse sin inquietarme a los presentes inquietos allegados.
-El otro día estuve tomando mate en la facultad...andá a saber quién me lo pegó...
Dije tranquila.
Parece que resultó porque inmediatamente se descontracturó la cara de todos.
Mateo, que es un cagón pedante, enseguida advirtió que por el momento sería mejor que no nos besásemos para no propagar el virus.
-Claro, corazón.-Le dije.
Mi mamá dictaminó -por suerte- que yo tenía que descansar y todos salieron de la habitación. ¡Al fin un poco de paz!
Las palabras del cura me traían más fiebre que la mononucleosis. Algo tenía que hacer...pero qué.
Hasta que me iluminé: le tenía que pedir una prueba de amor y no tenía que ser nada fácil. Sí eso era, una prueba de amor...

1 comentario:

  1. ¡Volviste!, ¡qué bueno!
    Muy linda la plantilla, nunca había visto una así ni parecida.
    Más razones para contar la historia si hay interesados en callarla.

    Saludos.

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