Desde siempre la carne fue más fuerte que el espíritu y ni hablar si se trata de mi carne. Nunca me había pasado algo semejante. ¡A mí! ¿¡Cómo se le ocurrió hacerme eso a mí!?
Yo estaba recostada en su falda, como les conté, sentía su olor, el calor de su cuerpo...era inevitable lo que iba a pasar. Tuvo una mal disimulada erección y qué hizo! ¿Saben qué hizo? Me agarró del pelo y me sacó de golpe de encima suyo.
¡Que no podía ser! Gritaba mientras se acomodaba un poco. ¡Que lo perdone! Que...que yo lo estaba provocando y así no pueden ser las cosas....que, que lo respete...y después volvía a pedirme perdón.
No. No. Eso sí que no se lo perdoné nunca.
No se lo iba a decir en ese momento porque no era conveniente. Se la dejé pasar porque la venganza es un plato que se come frío.
Sí. Después fui al Opus Dei y todo el santo rosario como él quería pero también le llegó su hora.
No hay nada que tiente más que un voto de castidad y más si se mantiene.
Pero nadie es tan fuerte como para no doblegarse con estos labios. Ahí no hay piedad.
Lectores excitados!!!!! Siga, siga, queremos saber más.
ResponderEliminarY bueno, y no, y sí, y qué sé yo.
ResponderEliminarAAaaaaaggggghhhhh-
ResponderEliminar(Me atore con la tostada)
jajajj y primero pecaras, luego el pedido de perdon y mas luego la penitencia...griteselo!! jajaja
ResponderEliminarJajajaj está tan bueno el texto como los comentarios...
ResponderEliminarViene interesante la cosa.
Nadie está a salvo de ciertos "pecados", verdad? Mmmmm...
ResponderEliminarWow que me dejas no sabes cómo y peor que andaba perdido y mira en la situación que te encuentro ¡qué bravo! y ahora ¿con quién me desquito? Lindo tus dos relatos pues al leer este tuve que leer el anterior y no sabes ¡¡tengo que ir a trabajar!!
ResponderEliminarTranquila, gente querida, ya proseguiremos.
ResponderEliminarNo entiendo qué les causa gracia, es muy triste todo esto.
JUAJAJAJAJ (léase "risotada de bruja")
Gracias por los comentarios