Todo eso en un segundo. Hasta que vi que detrás de él entraba Mili con su mejor cara de mojigata.
La presión arterial casi se me baja a -4. Mili se adelantó y me saludó con un beso en la mejilla mientras me acariciaba el cabello con ademán de compasión.
Amadeo se detuvo y me preguntó desde lejos, siempre guardando las apariencias el muy hipócrita:
-¿Cómo estás, hija?
-Más o menos, padre...quisiera confesarme.
Siguió un silencio infinito. Todos me miraban como estupidizados. Hasta que por fin reaccionó el cura y dijo:
-¿Podrían dejarnos solos así puedo suministrarle a Eva el sacramento de la Reconciliación?
De a uno fueron saliendo, lentamente. Yo mantenía mis párpados a media persiana para no demostrar mi mejoría. Por fin, cuando se fueron todos, Amadeo se sentó en una silla al lado de la cama y se puso la estola púrpura para la Confesión.
-Confiéseme, padre, que he pecado...-dije, siguiéndolo con solemnidad en su farsa-.
-Dime, hija...
-¿Vos me estás jodiendo? -le dije con voz demasiado briosa para una enferma terminal-.
-¿Qué pasa? No te entiendo...¿Vos...vos...no estás tan mal, no?
-No. Ya estoy mejor. Tampoco creo que tenga meningitis. El médico que vino es un idiota.
-Pero, te vas a hacer los análisis igual, me imagino.
-Sí. Me los voy a hacer pero vas a ver que meningitis no es. Igual, eso no importa ahora. ¿Me querés decir para qué trajiste a esa turra a mi casa?
-¿De quién hablás? ¿De Mili? ¿Acaso no son grandes amigas ustedes? -Dijo con una sonrisa maliciosa mientras le asomaba un colmillo igual de malicioso chorreante de baba.
-Ahorrate el sarcasmo y decime para qué la trajiste.
-Yo las vi cuando se besaron. Las espié por la cerradura. Hoy la cité en la parroquia para preguntarle y justo llamaron para avisar que vos estabas mal y salimos corriendo para acá...
-¡Ah...picarón! ¿Te gustó lo que viste?
-La verdad, me desconcertó. Yo creí que me querías. Sos indescifrable para mí y eso me vuelve loco. Por eso la llamé a Mili. La imagen me daba vueltas y vueltas en la cabeza y quería saber más.
-¿Saber qué?
-Qué tan importante era Mili para vos.
-¿Y a qué conclusión llegaste con tu investigación?
-No sé... estoy muy confundido...lo único que se me ocurre decirte es que si la única manera de estar con vos es compartirte con otra mujer, yo estoy dispuesto a todo, a lo que sea. Y, creeme, soy capaz de todo, hasta de acostarme con las dos si es necesario.
-¡Ay! ¡Pero qué sacrificado que resultaste! ¿Eso también te lo enseñaron en el seminario?
-Vos también podrías ahorrarte el sarcasmo.
-Perdón, padrecito...
-Vos no entendés todavía lo que me pasa con vos.
-Explicame.
-Yo te amo, Eva.
¿Te ama? Oh, ¡qué el amor, el amor!
ResponderEliminarla verdad q muy lindo.
ResponderEliminarSi te gusta saber sobre mas foros asi podes fijarte aca.
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